Tuesday, October 11, 2016

Explorando la infinita expansión del espacio psicodélico-progresivo con JAY TAUSIG


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

El prolífico multi-instrumentalista JAY TAUSIG vuelve a la carga en el año 2016 con más y más discos: esta vez nos ocupamos del que se titula “Of Infinite Space” (“Crystalline”, “Excess Refraction” y “HERE” son los títulos de los otros discos de este año). Haciéndose cargo de un generoso surtido de sintetizadores y artefactos análogos, guitarras eléctricas, bajo, batería y saxofón, TAUSIG.El prolífico multi-instrumentalista estadounidense JAY TAUSIG vuelve a la carga en el año 2016 con más y más discos: esta vez nos ocupamos del que se titula “Of Infinite Space” (“Crystalline”, el disco de versiones del maestro PETER HAMMILL “Excess Refraction” y “HERE” son los títulos de los otros discos de este año). Haciéndose cargo de un generoso surtido de sintetizadores y artefactos análogos, guitarras eléctricas, bajo, batería y saxofón, TAUSIG sigue adelante a paso firme con su misión de revitalizar la tradición del sueño progresivo desde su castillo musical situado en algún lugar de California. Pasemos de una buena vez a revisar y degustar los detalles de “Of Infinite Space”, ¿vale?

La pieza homónima es toda una suite que se explaya por más de media hora de duración, de hecho, casi 31 ½ minutos. De entrada, se nos brinda un ejercicio de pulsátil y estilizada musculatura space-rockera donde confluyen vívidamente los paradigmas de HAWKWIND (etapa del “Doremi Fasol Latido”), el primer GONG y THE COSMIC JOKERS (los dos primeros álbumes), pero con el refinamiento de unos AGITATION FREE. Las capas de sintetizador siguen las pautas de matices pluralistas que fácilmente podemos apreciar en los trabajos más importantes de KLAUS SCHULZE mientras que las equilibradas florituras de los múltiples guitarreos superpuestos se encargan de perpetuar recursos de electrizante vitalidad. Poco antes de llegar a la frontera del séptimo minuto, el groove vira hacia un dinamismo un poco menos frenético a fin de que el fuego aguerrido imperante extienda unas llamas más cadenciosas, aunque no por ello menos incendiarias. La cosa vira ahora hacia una mezcla del GUGU GURU del “Känguru” y el STEVE HILLAGE de los tres primeros discos. Aunque esta instancia es (lamentablemente) breve, tiene la crucial utilidad de preparar el terreno para una tercera sección más lenta, la cual sirve para traducir el elemento stoner-psicodélico a un esquema de raigambre Floydiana: mientras el guitarreo asume algunos matices de inspiración blues-rockera y el compás se ralentiza con el propósito de dejar que la amalgama de teclados y guitarras se centre en crear una atmósfera lisérgica, los efectos cósmicos de cuerda y teclado que circundan vigorosamente asientan un aura de intensa inquietud. ¿Nos han arrojado a un universo paralelo en el que un combo de músicos de KING CRIMSON de los 70s y los 90s han sido secuestrados para mostrarnos una versión deconstructiva del clásico Floydiano ‘Echoes’? Tal vez esto es lo que ha sucedido, pero no pasa mucho tiempo hasta que nos devuelven a nuestro universo habitual para que disfrutemos de un groove tremendamente llamativo a partir de la frontera del decimocuarto minuto. Si esta vez volvemos a lo Hillageano mientras se persiste en el elemento Crimsoniano en su expresión más fiera, la estrategia ahora consiste en alternar estos momentos de extrovertida explosividad cósmica con otros en los que predomina la densidad lisérgica Floydiana y aquellos más tirados a un híbrido de krautrock y stoner; es en esta última estrategia que se coquetea sugerentemente con lo caótico, usando el caos como una modalidad diferente de articulación rockera. Nada aburrida esta pieza, toda una suite en verdad.

‘The Vortex’ es la segunda pieza de este álbum y goza de una no desdeñable duración de casi 15 minutos. En comparación el maratónico tema de entrada, su esquema ecléctico no es tan vertiginoso pero igualmente se proyecta hacia una ingeniería de variantes sólidamente entrelazadas. La primera mitad transita entre una psicodelia robusta explayada sobre un groove de raigambre jazz-rockera y focalizaciones de tenor acid-folk oportunamente arropados por una parafernalia psicodélica signada por un fragor volcánico. Para la segunda mitad, el castillo de roca se disuelve para transformarse en polvo lumínico de aurora borealis que se encuadra dentro de un colorido ritualístico emanado de una paleta diseñada por una remodelación free-jazzera del discurso del krautrock. Los últimos cuatro minutos sirven para que el bloque instrumental se plantee la misión de fusionar todas las libres expansiones que ahora se desatan, y lo hace dándole una mayor musculatura al factor free-jazzero que había entrado a tallar para no irse. Teniendo en cuenta la atmósfera de ensueño bajo el cual se encuadra esta última sección, los agentes del caso sonoro se cuidan de hundirse en la anarquía. Una pieza electrizante y compleja, la verdad que sí. Un minuto más breve es ‘Extensions Of Infinity’, tema cuyo prólogo se centra en una espiritualidad contemplativa de inspiración Floydiana, aunque el tenor tan vibrante del solo de guitarra nos recuerda no tanto a DAVID GILMOUR como a MANUEL GÖTTSCHING: este detalle resulta de gran interés descriptivo, pues cuando la instrumentación global llega a instaurar el bloque temático central de la pieza, el asunto suena muy emparentado con el paradigma de ASH RA TEMPEL (más algunos recursos también focalizados en los legados del krautrock guitarra-céntrico de GURU GURU y AMON DÜÜL II). No faltan tampoco los momentos gruesamente vibrantes abiertamente inspirados en HAWKWIND, y justamente es con este esquema de trabajo que este tema se enrumba hacia su climático final. Con esta dupla de ‘The Vortex’ y ‘Extensions Of Infinity’ tenemos las instanciaciones de focalización que hacían falta para el pletórico cosmos sónico que se había desplegado en ‘Of Infinite Space’.

Los últimos 16 ¼ minutos del repertorio de “Of Infinite Space” están ocupados por ‘Expansion’, tema que se distancia explícitamente de las estrategias y esquemas rutilantes de la suite inicial para focalizarse exclusivamente en las facetas más sofisticadas del fragor psicodélico que dibuja, cual monarca ilustradamente despótico, los delineamientos estéticos de este disco. Con un cimiento rítmico bastante tirado hacia el free-jazz (al modo del GURU GURU del primer disco y también de los geniales DZYAN) durante los nueve primeros minutos, los vuelos de la guitarra y los excelsos acicalamientos de los sintetizadores nos remiten simultáneamente a los paradigmas de STEVE HILLAGE, CLUSTER y ASH RA TEMPEL. En un segundo momento, el esquema se deconstruye mientras replantea su musculatura esencial a fin de cosechar cabalmente la siembra de la labor precedente: lo amorfo es aquí un signo del instante sónico que se regodea en su propio solipsismo, quedando claro desde poco antes de llegar a la frontera del decimoprimer minuto y medio que ha llegado el momento de proyectarse hacia un nuevo motif de tenor jazz-rock-psicodélico. En este contexto donde las cosas se vuelven a encauzar, la instancia precedente de energías libres se transforma en empuje para el hermanamiento entre el esquema rítmico y la primera guitarra: el terreno está preparado para el imparable clímax conclusivo. Tras este repaso del repertorio de “Of Infinite Space” solo nos queda dictaminar un diagnóstico sumamente positivo sobre lo que nos ha brindado JAY TAUSIG en este estado de gracia de su inspiración musical: este disco provee de bocados de sibarita al banquete mundial de la psicodelia progresiva.


Muestras de “Of Infinite Space”.-





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