Thursday, September 08, 2016

La distopía de "1984" según ANTHONY PHILLIPS


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Era el año 1981 y muchas nuevas oleadas musicales invadían las esferas masivas de la música pop: también fue el año en que ANTHONY PHILLIPS publicó su álbum conceptual “1984”, tratándose de su primer disco lanzado al mercado tras la expiración de su contrato con el sello Arista. Tenemos aquí el primer álbum de PHILLIPS con abrumador predominio de sintetizadores, un hecho que obedece al interés que tenía nuestro héroe por investigar en las posibilidades del Polymoog y el ARP 2600, habida cuenta que él sentía que no les había otorgado suficiente espacio a sus labores creativas para los dos discos precedentes (“Wise After The Event” y “Sides”). Su arsenal instrumental se centra en estos dos ítems junto a una caja de ritmos Roland CR-78, parcas intervenciones a las guitarras eléctrica y acústica de 12 cuerdas así como al canto con vocoder, y algo de percusión menor. Colaboraron Richard Scott (percusión menor y efectos) y el maestro Morris Pert (percusión principal). Esta labor electrónico-progresiva está muy en línea con algunas pautas que también estaba replanteándose por su cuenta MIKE OLDFIELD en ese mismo periodo, así como con algunas estrategias musicales de JEAN-MICHEL JARRE y TANGERINE DREAM. PHILLIPS se las arregló muy bien para sonar moderno a pesar de estar trabajando con sintetizadores de “vieja generación”, nada de Yamaha, Korg, Oberheim o Casio como los que ya aparecían en los discos de ULTRAVOX, GARY NUMAN, SIMPLE MINDS, KRAFTWERK, TANGERINE DREAM y ORCHESTRAL MANOEUVRES IN THE DARK… por poner tan solo unos seis ejemplos. Tengamos en cuenta un detalle importante que sale a colación en la entrevista a PHILLIPS que aparece transcrita en el enlace http://www.anthonyphillips.co.uk/interviews/1984etal.htm: la idea de plasmar en música la temática de la novela de GEORGE ORWELL surgió tarde, cuando ya casi todo el material estaba compuesto y con el proceso de grabación ya iniciado. Este disco que tenemos en nuestras manos fue reeditado por el sello Voiceprint en el año 2008. En el librillo de la reedición de doble CD, cuenta el ingeniero Chris David que él tuvo que acortar dos viajes de vacaciones con su esposa – el segundo era para la luna de miel – para cumplir con las mezclas del disco, pero más allá de esta leve incomodidad, él y PHILLIPS siguen siendo amigos. Por su parte, cuenta PHILLIPS que la actitud que tuvo el personal de RCA (el nuevo sello encargado de la publicación del material de PHILLIPS en el Reino Unido) fue muy receptiva: la maqueta que les presentó el manager Tony Stratton-Smith hizo que la gente de RCA le diera a PHILLIPS un generoso avance, lo cual le permitió comprar su casa.


Veamos ahora el repertorio del disco. ‘Prelude ’84’ abre el álbum con un aura alegre y festiva, la misma que permite a las orquestaciones y líneas melódicas de los sintetizadores exhibir sus vibraciones saltarinas dentro de una meticulosa ingeniería musical. Algunos fraseos están sobriamente aumentados por la guitarra eléctrica. A continuación sigue ‘1984 Part One’, que ocupa un espacio de 19 minutos y pico. Su magnificencia se muestra desde el mismo punto de partida mientras el primer cuerpo temático se instala sobre un medio tiempo: las fanfarrias y atmósferas se van reforzando con impoluta consistencia mientras PHILLIPS trabaja hábilmente los contrastes de luz y sombra durante el desarrollo melódico. Cuando llega el momento del crescendo medianamente opresivo, sabemos que un viraje rotundo está en el horizonte cercano, y en efecto, poco antes de llegar a la frontera del sexto minuto y medio, pasamos a otro motivo caracterizado por un lirismo tremendamente evocativo, incluso señalando algunos matices folklóricos. Este recurso de extroversión celebratoria no dura mucho tiempo pero sí deja un eficaz impacto hasta el arribo de una nueva sección más sombría donde las sonoridades suntuosas parecen retratar a los círculos más horrendos del poder; cuando la bruma deja paso a una nueva luminosidad, la suntuosidad amenazante adopta un disfraz más amable, sin dejar atrás del todo el aire de amenaza. El motivo final se enfila hacia climas cósmicos mientras recoge algunas pautas de la sección precedente, derivando a una etérea conclusión marcada por una serenidad otoñal. Las bases añadidas de guitarra de 12 cuerdas aporta un matiz de sublime estilización. La segunda mitad del disco se abre con ‘1984 Part Two’, siendo sus dos primeros motivos portadores de vibraciones semejantes a las de ‘Prelude ’84’, aunque con una robustez más urgente propia del talante impresionista. No tardan en emerger nuevos colores folklóricos en el camino para que se imponga algo de candidez antes de que llegue el fade-out con miras a la emergencia de una nueva sección colorida, alrededor de la frontera del noveno minuto y medio. Hay una solemnidad latente que sale al primer plano en ciertos momentos (estupendas amalgamas de sintetizador y vocoder), pero el color grácil impera hasta signar el mágico momento del golpe final. ‘Anthem 1984’ cierra el disco con un despliegue de señoriales atmósferas melancólicas, las mismas que ostentan un aire de duelo a través de su hermoso desarrollo melódico.  


Entre los bonus tracks que aparecen en el volumen 2 hay varios puntos que destacar, como por ejemplo, la solemne pieza ‘Ascension’, la cual fue originalmente registrada en Send Barns tras grabar las dos piezas breves del álbum. La verdad que hay innegables aires de familia entre los primeros pasajes de ‘Ascension’ y el cuerpo central de ‘Anthem 1984’, aunque sin duda la ausencia de caja de ritmos permite a PHILLIPS adentrarse entusiastamente en las vibraciones majestuosas que emanan naturalmente de las imponentes orquestaciones de Polymoog que se están desarrollando, buscando delineamientos mientras transita. Al igual que ‘Ascension’, nos topamos al final de este mismo volumen con otro tema del inmenso catálogo de PHILLIPS que por primera vez ve la luz del día: nos referimos al extenso ‘Poly Piece’, que ocupa un espacio de poco menos de 16 ¾ minutos. Con la parca instrumentación de piano clásico y sintetizador Polymoog, PHILLIPS elabora un magnífico ejercicio de espiritualidad romántica que, a través de una continuna actitud contemplativa, transita fluidamente por pasajes serenos y otros más inquietos (aunque de forma contenida), así como por otros pasajes signados por un talante sombrío. Esta composición data de los tiempos en que PHILLIPS preparaba material para su tercer trabajo de estudio “Sides”, y de hecho, era muy del agrado del productor Rupert Hine, pero los gerentes del sello Arista impusieron su criterio de que el susodicho álbum tuviera, por lo menos en su mayor parte, material en formato de canción, por lo que no quedaba espacio para ‘Poly Piece’. La idea de relegarlo a un álbum instrumental como efectivamente era “1984” también se postergó debido a que nuestro héroe ya había compuesto dos largas suites para ambos lados del vinilo, así que fue enviado al desván de los tiempos perdidos… hasta ahora, que brilla en todo su esplendor como fastuoso cierre de esta reedición del “1984”. Realmente sentimos que la inmensa mancha del pecado de relegar al olvido una pieza tan sublime ha sido limpiada del espíritu del tiempo. Sublimes son, en efecto, los efluvios de piano que marcan las diversas direcciones temáticas que se van sucediendo en ‘Poly Piece’.


Otros ítems interesantes de la lista de bonus tracks son las versiones preparatorias de los temas efectivamente integrados en el álbum, como sucede con la breve primera versión de la Parte Dos, la cual muestra diáfanamente uno de los motifs centrales sin tanto revestimiento, así como una versión de ‘Anthem 1984’ sin caja de ritmos. Pero sin duda, el tercer ítem de gran interés es la serie de seis piezas que ANTHONY PHILLIPS compuso para la serie televisiva Rule Brittania: Pictures of a People Like Us. Recibiendo este encargo de parte del guionista y productor James Bellini en el otoño de 1980, mientras las sesiones de grabación para “1984” estaban bien avanzadas, PHILLIPS interrumpió éstas momentáneamente para crear ideas musicales para atmósferas que el mismo Bellini le indicaba: ironía, violencia, amargura, respeto… El empleo de una banda sonora con instrumentación de sintetizadores fue del agrado de Bellini, quien sentía que “se requería de una música clásica y eterna” y apreciaba “el elemento electrónico que le daba un aire de fines del siglo XX”. Teniendo en cuanta todo esto que se estaba desarrollando en esta fase específica de las exploraciones musicales de ANTHONY PHILLIPS, es grato saber que la prensa musical tuviese una actitud muy positiva con el álbum”1984”. Un crítico dijo que “sus tonos desolados y sepulcrales son tan poderosos que pueden ser rápidamente degustados incluso fuera de contexto”, mientras que otro resaltó el interesante contraste entre los tiempos oscuros y aterradores que GEORGE ORWELL profetizó y la mirada cándida y corazón abierto con el que PHILLIPS contempla a dicho futuro. En perspectiva, para nosotros, “1984” es el perfecto punto inicial para el impulso de la faceta electrónica de la visión musical siempre tan ecléctica y tan progresiva de ANTHONY PHILLIPS, un genuino prócer del art-rock británico que merece ser valorado como algo más – mucho más – que el guitarrista original y cofundador de GENESIS: su carrera solista, que sigue vigente en nuestros días, es una admirable proyección de orfebrerías diversas del sonido. “1984” es la clave para entender y asimilar otros discos posteriores de PHILLIPS con rol predominante de los teclados con su señorial prestancia revestida de exquisitas intuiciones dramáticas; también sirve, claro está, como muestra de su visión orquestal, una de las facetas más ambiciosas de su prolífica trayectoria como compositor. Atención a la iniciativa de Esoteric Recordings que recoge el material contenido en esta doble edición e incluye un DVD extra, publicando este triple ítem en este mismo año 2016, es algo que sinceramente vale la pena.


Muestras de “1984”.-

1 comment:

Casa Nueva said...

Una de las mayores obras maestras musicales que he escuchado, criminalmente relegada al olvido de los tiempos, y soslayada incluso por su mismo autor. Gracias por tan extenso análisis.