Friday, October 28, 2016

Acción afirmativa y razón derrocadora del KING CRIMSON heptagonal


HOLA, AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR INCA.

KING CRIMSON se hace presente con toda gala en nuestras renovadas colecciones musicales con “Radical Action (To Unseat The Hold Of Monkey Mind)”, un box set de 3 CD y Blu-ray (también hay una edición superdeluxe que añade un doble DVD al combo) con el que se registra actuaciones que la banda realizó en su gira mundial del año 2015: específicamente hablando, los temas de este lanzamiento proceden de actuaciones en escenarios europeos, canadienses y japoneses durante la gira que tuvo lugar entre el 31 de agosto y el 21 de diciembre del 2015. Para ser más específicos aún, la mayoría del documento fílmico procede del penúltimo concierto de la gira (19 de diciembre en Takamatsu) pero se ha añadido unas cuantas performances de otros conciertos para completar casi 3 horas de deleite carmesí.La encarnación heptagonal de esta venerable y dantesca bestia carmesí que aparece en este ítem fono-videográfico está conformada por Robert Fripp [guitarra, soundscapes y teclado], Mel Collins [saxofones y flauta], Tony Levin [bajos, Chapman Stick, contrabajo eléctrico y coros], Pat Mastelotto [batería, percusiones acústica y electrónica], Gavin Harrison [batería y percusión electrónica], Jakko Jakszyk [guitarra, voz y flauta] y Bill Rieflin [batería, percusión electrónica y teclados]. Hoy por hoy, el septeto sigue organizando giras medidas con Jeremy Stacey reemplazando a Rieflin, pero bueno, concentrémonos en lo que tenemos ahora en nuestras manos: un KING CRIMSON remodelado que mira hacia las piedras del camino que va pisando en el presente como a las colinas y laderas de sus diversas etapas pretéritas con iguales dosis e orgullo. De hecho, la presencia de Collins cual hijo dichosamente pródigo y la de un Jakko que venera a rabiar las fases más antiguas del legado Crimsoniano hacen que muchas piezas clásicas de los siete primeros álbumes resurjan en el repertorio de la banda, armonizándose con temas procedentes de la segunda fase con Belew y primera con Mastelotto. Dicho se da paso, el corazón Crimosniano de Jakko se muestra desnudamente en el dibujo del hombre esquizoide con que etá pintada su guitarra. ¡Y cómo no reconocer esa mancha amarilla con rayas azules que inunda el bajo de Levin! Por supuesto que se trata de un homenaje al clásico de los 80s “Three Of A Perfect Pair”. Los temas más antiguos preservan su espíritu original a la par que adquieren, por lo usual, una renovada robustez: seguramente esto último se debe al modo en que fungieron como focos performativos para la 21ST CENTURY SCHIZOID BAND. Parece mentira ver a Fripp bendecir este tipo de nostalgia… pero sí, nuestros ojos no nos engañan, allí le vemos en medio de esta vorágine celebrando composiciones a las cuales había dado la espalda desde los 80s.


La presencia de tres bateristas también resulta – como no puede ser de otra  manera – sumamente relevante para el tipo de remodelación sónica que este KING CRIMSON se plantea como leitmotiv. El que esta presencia se traduzca visualmente en poner a las tres baterías al frente del bloque instrumental añade un cariz rotundamente marcial al asunto. Éste es el modus operandi utilizado para la gira iniciada en setiembre y terminada en diciembre del 2015. Las palabras que publicó Fripp en su diario virtual durante el proceso de mezcla de sonido para “Radical Action (To Unseat The Hold Of Monkey Mind)” fueron muy elocuentes: “This is King Crimson… re-imagined!”. Centramos, pues, esta reseña en lo que vamos apreciando en el Blu-ray en lo que es la manifestación visual de esta acción afirmativamente radical de estos nuevos KING CRIMSON: su cuerpo central es el penúltimo concierto de la gira (en la ciudad japonesa de Takamatsu). Antes de iniciarse el evento del concierto se nos brinda imágenes de los entretelones con unos músicos centrados en una mini-liturgia diseñada para darse ímpetu rockero. Entre ovaciones ingresan los músicos para hacer brotar un mágico ‘Threshold Soundscape’ antes de que la tríada percusiva inicie la ejecución de ‘Larks’ Tongues In Aspic, Part One’. El prólogo multi-percusivo entra en acción apenas termina la llamada de 1-2-3, 2-2-3: la reconocemos, es la llamada con la cual concluía el último álbum de la era Sinfield “Islands”, ahora sampleada. Las vibraciones señoriales que impone ‘Larks’ Tongues In Aspic, Part One’  - tema que firmó el inicio de la que para nosotros es mejor etapa del legado viviente y persistente de KING CRIMSON – adquieren una fuerza nueva con este septeto. Collins reemplaza en varios pasajes al violín destacado en la versión original con su flauta mientras Jakko y Fripp se reparten la responsabilidad de las florituras en las complejas armonías y rabiosos solos. Tras el esplendoroso pasaje final emerge ‘Pictures Of A City’, una pieza que nos remonta a los mismos inicios de la banda (aunque la versión de estudio tardó en registrarse hasta el segundo disco “In The Wake Of Poseidon”). El ensamble está asentando a la perfección el rigor incendiario de su esencial vigor rockero: Collins sabe sacar el jugo a sus momentos protagónicos en medio de la robusta ingeniería de las dos guitarras. Jakko se revela como un idóneo sucesor simultáneo de Greg Lake y John Wetton al canto, pero parece que las piezas cantadas de las dos etapas con Adrian Belew están condenadas al relegamiento: solamente algunos instrumentales (y ninguno de los 80s) tienen cabida en el modus operandi de este septeto. 



Tras una bella versión de ‘Peace’ con un Jakko que se luce en solitario surge la ilación de ‘Radical Action (To Unseat Th
e Hold Of Monkey Mind)’, ‘Meltdown’ y ‘Radical Action II’: 
el primero y el último son sendos instrumentales compuestos por Fripp, y en general, este retablo tripartito recupera de forma muy inspirada los paradigmas establecidos en los instrumentales que daban título a los álbumes “Red” y “Discipline”, respectivamente. De hecho, con el fragor arquitectónico de ‘Meltdown’, el cuadro se completa de tal modo que el vitalismo del ensamble solo puede ir en camino ascendente y expansivo. Así las cosas, los efluvios infernalmente densos de ‘Level Five’ están prestos a perpetuar este momentum: los colores añadidos de saxofón le dan un cariz renovado a esta monumental herencia de la época del “The Power To Believe”. ‘Epitaph’, esa inolvidable balada pacifista llena de ansiedad y pesimismo que cerraba el lado A del primer disco de la banda, cumple con la misión de devolvernos a la dimensión introvertida del paradigma Crimsoniano. Tiene un encanto único disfrutar de esta canción cuando está ejecutada por una misión Crimsoniana en la que Fripp funge como director de la misma, pero, por otra parte, el tratamiento percusivo que se le ha dado resulta un tanto débil para nuestros oídos. Una canción tan dramáticamente distópica como ésta se benefició largamente del manejo sistemático de un compás funerario y las ornamentaciones de tímpanos en la versión original. ¿Por qué no se aprovechó eso con la sección rítmica tan abundante con la que cuenta ahora KING CRIMSON? Las primeras estrofas no cuentan con el apoyo de recursos percusivo alguno, quedando reducida la canción momentáneamente a una balada folk con mellotrón encima, y cuando ya está la dupla Mastelotto-Harrison en marcha, la sacudida funeraria no está tan cabalmente explotada como para completar el escenario pesimista que Jakko canta con imponente majestuosidad. A diferencia de todo esto, la secuencia que más tarde une ‘Interlude’, ‘The Letters’ y ‘Sailor’s Tale’ sí dignifica e incluso agiganta el legado con la intensidad debida. En efecto, el interludio nos lleva al campo de la cámara vanguardista (casi al modo del chamber-rock) con un misterioso dueto de flautas a cargo de Collins y Jacko mientras el soundscape de Fripp crea una dócil sutileza y el contrabajo de Levin añade elegantes colores extra. Todo esto no dura mucho pero impregna la atmósfera de una efectiva aureola de nostalgia que resulta idónea para el surgimiento de la bella melodía inicial de ‘The Letters’. La transición desde la furia desesperada hasta el arrebato tanático que se expone en el cuerpo free-jazzero permite a Collins erigirse en protagonista especial de la tormenta sónica que se retroalimenta con irascible efectividad. A contrapelo del orden original que aparecía en “Islands”, se engarza a continuación ‘Sailor’s Tale’, donde el grupo exhibe una perfecta combinación de grooves diversos y robusto punche rockero. Levin es todo un emperador al bajo mientras Rieflin, primero, y la dupla Mastelotto-Harrison, después, solidifican adecuadamente la ingeniería rítmica a través de sus oscilaciones entre lo extrovertido y lo expectante. Un cénit absoluto del concierto, sin duda. 


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Volviendo a la secuencia del Blu-ray, después de la inmortal balada ‘Epitaph’ surge ‘The Hell Hounds Of Krim’, que es una exultante excursión multi-percusiva de claro talante tribal diseñada para orientar con fluidez la irrupción de ‘The ConstruKction Of Light’. Este instrumental que combinaba estándares de avant-metal y jazz-rock en los inicios del periodo de cuarteto de KING CRIMSON post-“Thrak” cuenta aquí con un dinamismo ligeramente renovado en el cual el segundo de estos factores mencionados está priorizado. Las intervenciones de Collins son medidas pero su peso dentro del entramado sonoro global es muy relevante a la hora de concretar lo que acabamos de mencionar. Los diálogos que entabla Jakko simultáneamente con Fripp y Levin hacen que esta actuación suya sea una de las más lucidas de su parte en todo el evento: se ha metido en la piel de Belew en sus propios términos a pesar de no abordar ninguna de las piezas cantadas de sus dos períodos. De todos modos, él también tiene sus propios recursos creativos que aportan algo importante a este nuevo KING CRIMSON, y claro está, los ítems que más se ajustan a esta labranza residen en el repertorio de “A Scarcity Of Miracles”, el disco del trío de Jakszyk, Fripp y Collins que se ofertó al público en el 2008 como un “King Crimson Projekt”. Pues bueno, la balada homónima es la siguiente canción del lote y sirve para perfilar y trajinar la faceta más introspectiva de la banda, una faceta que había quedado un tanto relegada en los dos últimos discos de estudio de la banda. A falta de ‘Matte Kudasai’ o de ‘Walking On Air’, viene bien ‘A Scarcity Of Miracles’, especialmente si saca a la luz la riqueza jazz-progresiva en la que Levin y Collins son particularmente expertos. Aunque en su momento el álbum no nos pareció tremendamente impresionante en su conjunto, siempre nos hemos dejado seducir por el volátil encanto de esta balada. Otra gran favorita de este disco es la canción que lo cierra, ‘The Light Of Day’, y nos sentimos totalmente complacidos de que también se haga presente en el concierto. El hecho de que aparezca después del frenesí épico de ‘Sailor’s Tale’ significa que su señorío atmosférico y su claridad melódica pueden resaltarse de forma especial. Las orquestaciones de teclado y los sublimes solos alternantes de Fripp y Collins completan el cuadro sonoro con impoluta grandeza. 

Tras ‘A Scarcity Of Miracles’ emerge otro clásico instrumental del KING CRIMSON de los 70s: ‘Red’. Este tema tan explosivo y misterioso, dueño de un gancho muy particular, cuenta con la peculiaridad de que el trío percusivo ha decidió modificar seriamente el groove básico para darle una movilidad mecanicista al modo en que antes se ha hecho en álbumes como “The ConstruKction Of Light” y “ProjeKct Three”. No estamos totalmente convencidos de que nos guste este enfoque, pero sí es de valorar que se la haya dado este nuevo dinamismo y que, de alguna manera, funcione. ‘Backstage Adventures Of The Crimson Kind’ es una serie de mini-entrevistas a Fripp, Levin, Mastelotto, Rieflin y Harrison que se superponen al fondo que es la coda de ‘VROOOM’, ese imponente y marchoso instrumental que signó el inicio de la cuarta fase del grupo a mediados de los 90s. Es curioso ver a Mastelotto exhibir algunos de sus implementos percusivos y electrónicos dispuestos para replicar algunos de los aportes de Jamie Muir al legado 70ero del grupo. Levin pone la cuota de humor diciendo cuán importante es comer alguna chuchería para concentrarse y Rieflin hace lo propio al explicar la vehiculización de los errores performativos dentro del gran cuadro grupal. Cuando se nos vuelve a mostrar el escenario, el grupo se pone a tocar justamente ‘VROOOM’ pero omite la coda, algo un poco frustrante para nosotros pues desde siempre nos habíamos acostumbrado a la dinámica completa de la pieza que incluía a esa coda parsimoniosamente enérgica. Pero, por otro lado, es de apreciar el que entre a tallar la flauta para complementar los recortados fraseos del contrabajo durante el segundo intermedio. En fin, las cosas siguen adelante con el pasaje ‘Banshee Legs Bell Hassle’, una armazón de percusiones tonales realizada con implementos percusivos electrónicos por el trío de Mastelotto, Reflin y Harrison. La cuestión suena muy emparentada con el prólogo de ‘Larks’ Tongues In Aspic, Part One’, pero ante todo, se trata de un exorcismo de los espíritus traviesos para que el ensamble en bloque pueda organizar las fuerzas expresivas de todos los involucrados en el turno de la emblemática pieza ‘Easy Money’. Para el caso específico de ‘Easy Money’ se destaca el carácter sólidamente envolvente del entorno que permite al ampliado solo de Fripp agigantarse a su manera. El despliegue de refinada neurosis en esta poderosa exhibición sónica inicia el antes mencionado clímax centrado en la ilación de ‘The Letters’ y ‘Sailor’s Tale’. La dupla de ‘The Talking Drum’ y ‘Larks’ Tongues In Aspic, Part Two’ completa a lo grande el repaso de aquel álbum clásico de 1973, aunque como detalle secundario debemos señalar que nos incomoda que ‘The Talking Drum’ no haya gozado de un arreglo tan expansivo ni electrizante como el original. En todo caso, la gloriosa ostentación de brío y tensión de ‘Larks’ Tongues In Aspic, Part Two’ se beneficia de la frescura que le da el septeto. Entre Jakko y Collins se reparten los arreglos originales de violín… y el resultado final es pletórico de gloria rockera.

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La primera despedida del grupo llega tras ‘Starless’, que es la canción favorita de muchos seguidores de la banda... incluyéndonos a nosotros mismos en primera fila. Esta bella canción ve respetada su arquitectura definitiva tal como quedó plasmada en la gloriosa instancia final de “Red” (para nosotros, la obra cumbre de toda la obra de KING CRIMSON a través de todas sus encarnaciones y etapas). El hecho de que Mel Collins fuese invitado en esa ocasión para brindarnos las hermosas líneas de saxo soprano que engalanan las melodías vocales vertidas por John Wetton hace que su presencia actual en el ensamble Crimsoniano adquiera un significado especial. Jakko se porta a las mil maravillas recreando el canto original valiéndose de su propio lirismo refinado esencial a su estilo vocal, mientras las majestuosas capas de teclado y las flotantes líneas de la guitarra solista completan la catedral sonora que se exhibe imponentemente ante nuestros oídos. El único problema es la pena que nos da ver a Harrison relegado a mero observador, atrapado como está por la ausencia de recursos que quedan para él una vez que Mastelotto cumple con su rol individual de baterista. Más aún, durante el interludio en 13/8, Harrison todavía ocupa un rol nulo en el diseño de ornamentos percusivos sutiles y solo entra a tallar cuando dicho interludio empieza a desplegar su potencial de furia con miras a la perentoriedad del pasaje instrumental más rabioso de la canción. Solamente aquí hasta el bello reprise final encuentra su sitio activo este gran baterista… para nosotros, mucho más robusto en su estilo que el también eficiente Mastelotto. Pero bueno, el lucimiento de él y sus dos compañeros de batería vuelve a hacerse presente en las primeras instancias del encore, justamente con otro trío tribal de baterías (aunque con un tenor jazzero más pronunciado que en el caso de ‘The Hell Hounds Of Krim’). La adustez suave con que termina este trío anuncia el surgimiento de la emblemática ‘The Court Of The Crimson King’, sí, esa misma canción que motivó el bautizo del grupo y cerraba con broche de oro ese relevante disco debut de 1969. Este epílogo no puede culminarse apropiadamente sin la joya remanente del primer álbum: ‘21st Century Schizoid Man’. Este emblema de plenitud rockera carmesí es manejado con los niveles de furia y rigor que se espera de este divino aquelarre de demiurgos musicales. Simplemente… ¡¡impresionante!!


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El Blu-ray contiene dos extras, un tema de reciente composición y un clásico del “Red”: ‘Suitable Grounds For The Blues’ y ‘One More Red Nightmare’. El primero de ellos tiene base de blues pero en él el motif central se retuerce y remodela de tal manera que el tempo y la atmósfera recurrente quedan volcados contra la tradición bluesera. Es, al fin y al cabo, un blues Crimsoniano: toma algo de la neurosis socarrona de ‘ProzaKc Blues’ pero más nos recuerda al refinamiento conquistado en los tiempos del “The Power To Believe”. En cuanto al segundo tema, pues no hay mucho que decir salvo que está ejecutado con el oficio y el músculo que la pieza requiere: las amalgamas de las dos guitarras y las florituras del saxo son fabulosas. La nutrida sección rítmica se luce a placer también (siempre brillante Levin), aunque tal vez porque hay tres bateristas en escena tenía sentido alargar un poco más el tema para ver hasta dónde podía seguir agitándose la llama rockera de la canción. También es verdad que no vale la pena, en esta situación, soñar con una réplica del inolvidable groove que el maestro Bill Bruford proveyó para esta canción en su momento, ya hace 42 años: el trío de bateristas está centrado en seguir explorando la línea de trabajo iniciada en 1994, tal vez sea ésta su misión permanente dentro del entramado de este KING CRIMSON resucitado. Viendo por encima a cada uno de los CD porta su propio título autónomo: el volumen 1 se llama “Mostly Metal”, el 2 se llama “Easy Money Shots” y el último, “Crimson Classics”. Por el título del primer ítem se nota su intencionalidad referente a los pasajes más pesados del repertorio (como ‘The ConstruKction Of Light’ y ‘Level Five’), aunque la presencia de ‘The Light Of Day’ se siente un poco rara bajo este concepto: en todo caso, funciona como agente preparatorio para la secuencia de ‘The ConstruKction Of Light’, ‘The Talking Drum’ y ‘Larks’ Tongues In Aspic, Part Two’. El rubro de “Crimson Classics” está centrado en las tres canciones extraídas del primer álbum y dos del “Red”, dejándose otros clásicos 70eros para la mayor parte del segundo volumen. Como cierre de esta reseña mencionamos lo entrañable que es ver a Fripp sonreír cándidamente con el fin de cada pieza, y sobre todo, verle besar su guitarra en la despedida final del público tras la conclusión de ‘21st Century Schizoid Man’. Es imperdible. Bueno, este ítem completo es en sí mismo imperdible pues afirma la vida renovada de KING CRIMSON y derroca todas nuestras posibles inhibiciones contemplativas: “Radical Action (To Unseat The Hold Of Monkey Mind)” debe ser anotado en nuestras agendas de compras progresivas para lo que queda del año 2016, y, en general, para lo que queda de nuestras vidas.


Muestras de “Radical Action To Unseat The Hold Of Monkey Mind”.-
Starless: https://www.youtube.com/watch?v=FhKJgqxNDD8

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